Los procesos motivacionales del cerebro siempre brindan un área interesante para la investigación, ya que subyacen a todo nuestro comportamiento “voluntario”. Se ha avanzado mucho en la comprensión de las áreas motivacionales del cerebro desde el advenimiento de las sofisticadas técnicas de neuroimagen. Recientemente, un grupo de investigadores que utilizó fMRI intentó identificar la actividad específica en el cerebro que tiene lugar cuando una persona cambia su atención a un objeto relevante en su entorno (el primer paso en el desarrollo de la motivación para obtener el objeto).
El grupo se centró en el hambre, probando a los sujetos en dos ocasiones distintas: una después de comer tantas donas de Krispy Kreme como pudieron (ocho fue el récord) y otra después de ayunar durante ocho horas. En cada condición experimental, a los sujetos se les mostraron imágenes, algunas de herramientas y otras de donas, mientras se escaneaban con fMRI.
Como era de esperar, los sujetos que acababan de atiborrarse de donas no mostraron una mayor actividad en respuesta a las imágenes de las donas. Pero en aquellos que ayunaron, las imágenes de donas causaron una rápida actividad en todo el lóbulo límbico , un área del cerebro que se cree que está involucrada en la identificación de objetos destacados en el entorno. Inmediatamente después de que se reconoció la rosquilla, los mecanismos de atención en el cerebro, que involucran la corteza parietal posterior, también fueron estimulados, demostrando que la atención del sujeto se había dirigido al objeto relevante. Estos mecanismos parecían funcionar en conjunto con los que se usaban para medir la importancia del objeto. Por lo tanto, los autores del estudio sugieren que el lóbulo parietal posterior y límbico juegan un papel interactivo en la identificación de estímulos destacados y en centrar inmediatamente la atención en ellos.
Este experimento proporciona más evidencia del concepto de que nuestros cerebros están inherentemente organizados para reconocer aspectos de nuestro entorno que son beneficiosos para nosotros. Muchos creen que la importancia de ciertos tipos de estímulos está arraigada evolutivamente, lo que significa que nuestros cerebros evolucionaron para dar importancia a aquellos que promueven la supervivencia, como la comida, el agua o el sexo (lo que conduce a la difusión de información genética). Este estudio va un poco más allá al dilucidar los mecanismos implicados en la distribución de la atención entre estímulos salientes y no salientes. Si un cerebro hambriento ve comida, activará esos mecanismos atencionales para enfocarse en esa comida, proporcionando motivación para obtenerla.
Sin embargo, supongo que la mayor tarea en nuestra sociedad corpulenta en este momento es aprender a hacer que la gente evite esas donas de Krispy Kreme en lugar de entender exactamente cómo nuestro cerebro enfoca la atención en ellas.
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