
Pierre Paul Broca
En abril de 1861, un hombre de 51 años fue trasladado a la sala de cirugía de Paul Broca en un hospital de Francia. El hombre, cuyo nombre era Leborgne, tenía epilepsia pero estaba al borde de la muerte debido a una infección descontrolada y la gangrena resultante. Sin embargo, había algo curioso en Leborgne: tenía una dificultad extrema para hablar voluntariamente. De hecho, uno de los únicos sonidos que pudo hacer, a menos que se enemistara, lo que podría incitarlo a maldecir, fue una expresión que se parecía a la palabra “bronceado”. Esto llevó a que “Tan” se convirtiera en el apodo del paciente, y la forma en que los estudiantes de psicología y neurociencia serían presentados a él en los libros de texto durante los próximos 150 años.
En ese momento, hubo un debate bastante polémico entre los científicos sobre la organización de la función cerebral. Algunos argumentaron que el cerebro tenía que ser visto desde una perspectiva holística . Creían que las actividades del cerebro las realizaba el cerebro actuando como un todo, y que no se podían atribuir funciones a regiones específicas del cerebro, ya que ese enfoque ignoraba la necesidad de que todo el cerebro estuviera involucrado. Otros sostuvieron que las funciones del cerebro podrían localizarse en ciertas áreas del órgano; así, desde esta perspectiva se argumentaba que existían centros del cerebro especializados para determinadas tareas.
El habla fue una parte importante de este debate porque algunos creían que había evidencia de que había áreas de la corteza frontal donde se ubicaba la capacidad de producir un habla articulada. Broca, que ya era una figura influyente en la comunidad científica, se inclinó hacia la perspectiva holística antes de que Tan se convirtiera en su paciente.
Tan murió seis días después de quedar bajo el cuidado de Broca. Broca realizó una autopsia y descubrió que, aunque el cerebro de Tan estaba en un estado relativamente malo en general, había una lesión especialmente clara en su lóbulo frontal izquierdo . Esto apoyó la hipótesis de que el lenguaje estaba localizado en los lóbulos frontales, ya que podría interpretarse que el daño cerebral de Tan era la causa principal de su déficit del habla. Este hallazgo eventualmente llevaría a Broca a dar todo su apoyo al argumento de la localización de la función , y su apoyo influiría en alejar el consenso científico del holismo.
Durante los siguientes años, Broca descubrió una serie de otros pacientes que tenían daño en el lóbulo frontal izquierdo junto con un déficit en la producción del habla articulada. Con el tiempo, el área que Broca observó repetidamente lesionada en estos casos pasó a denominarse área de Broca . El trastorno del habla resultante, que implica principalmente dificultad con la producción del habla, se denominó afasia de Broca .
Aunque Broca sería mejor conocido por su trabajo que respalda la importancia del lóbulo frontal en el habla y la influencia que esto tuvo en el debate sobre la localización de funciones, también fue un neurocirujano pionero . Desarrolló varios métodos neuroquirúrgicos que mejoraron nuestra capacidad para examinar el cerebro después de la muerte. Sin embargo, los hallazgos de Broca con respecto a la producción del habla son los que lo han inmortalizado en la historia de la neurociencia.
Dedo, S. (2004). Paul Broca (1824?1880) Revista de neurología, 251 (6) DOI: 10.1007/s00415-004-0456-6
Leave a Reply